Su presencia, cada vez más escasa, ha encendido señales de alerta en la comunidad científica. Esta joya ecológica—en declinación por el avance de especies invasoras como Bombus terrestris—ahora tiene un nuevo aliado: la bioacústica.
Frente a un escenario de pérdida acelerada de estos insectos, un equipo multidisciplinario liderado por investigadores del Centro Regional Universitario Bariloche, de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) y el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA) del CONICET, diseñó un sistema pionero de monitoreo acústico pasivo. La iniciativa fue impulsada por el grupo al que perteneces la Dra. Marina Arbetman (EcoPol), quien destacó la necesidad urgente de contar con herramientas precisas y no invasivas de monitoreo, para evaluar el estado de conservación de esta especie única.
Tradicionalmente, seguir el rastro de B. dahlbomii implicaba métodos invasivos: trampas para capturas, sacrificio de individuos o extensas observaciones de campo. Pero esta propuesta da un giro innovador al utilizar sensores capaces de grabar los zumbidos específicos del abejorro nativo y diferenciarlos de los de especies introducidas.
Las grabaciones se realizaron en doce puntos estratégicos del bosque de Puerto Blest, en la Patagonia argentina, durante seis días bajo diversas condiciones climáticas.
Gracias a esta tecnología desarrollada en conjunto con el Instituto de tecnología de Massachussets (MIT), se logró recopilar no solo los zumbidos característicos, sino también variables ambientales clave como temperatura, humedad y calidad del aire. Esta información permitió distinguir acústicamente a B. dahlbomii de otros polinizadores. La herramienta abre una nueva forma de monitorear sin perturbar.
Además, el estudio—publicado en Nature Scientific Data—anticipa un paso más: combinar los registros con inteligencia artificial para automatizar el monitoreo. Esta integración permitirá seguir de manera continua y eficiente la evolución de las poblaciones nativas en riesgo.
La UNCo vuelve así a posicionarse como un referente en ciencia comprometida con la biodiversidad. Este avance no solo promete fortalecer la conservación de una especie emblemática, sino que también representa un acto de justicia sonora: darle voz, literal y científicamente, a un zumbido que el bosque se niega a perder.