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Dolor en la comunidad universitaria por la muerte de Noemí Labrune, Honoris Causa de la UNCo

Se fue una fundadora de la APDH de Neuquén y Río Negro, dirigente que fue ejemplo de dignidad y luchadora incansable en las causas por violaciones de los derechos humanos.

by Gerardo Bilardo

La comunidad de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), encabezada por sus autoridades, la rectora Beatriz Gentile y el vicerrector Paúl Osovnikar, lamenta profundamente la muerte de Noemí Labrune ocurrida hoy en la ciudad de Neuquén.

Labrune, un ejemplo de dignidad y una luchadora incansable en las causas por violaciones de los derechos humanos desde la última dictadura cívico militar hasta el presente, recibió el titulo de Doctora Honoris Causa de esta casa de estudios el 30 de noviembre de 2016.

Noemí Fiorito de Labrune tenía 93 años. Estudió Filosofía en en los años cincuenta en la UBA y junto al obispo Jaime de Nevares y su esposo Christian Labrune fundaron la Asamblea por los Derechos Humanos (APDH) de Río Negro y Neuquén en mayo de 1976.

La Universidad, a través de su editorial, Educo, acaba de publicar una nueva edición del libro “Noemí Labrune y la lucha por los derechos humanos. De lo individual a lo colectivo”. En la presentación realizada ayer sábado 9, estuvo presente la rectora Gentile.

El último adiós a Noemí Labrune será hoy de 19 hasta la medianoche en la sala velattoria de CALF de Alderete 222 de la ciudad de Neuquén.

La historia de Labrune está resumida en los fundamentos de la resolución del Consejo Superior que aprobó la distinción el Honoris Causa y que a continuación se reproduce:

«A mediados de los años de 1950 el deseo de una filosofía comprometida y eficaz en su relación con la política, no hallaba una respuesta satisfactoria en el ambiente académico argentino. La convicción humanocéntrica y optimista –sobre todo después de la revolución cubana de 1959 y el proceso de descolonización de Argelia- fue vertebrada desde diversas posiciones. Toda la producción de significados se dirigió hacia el rescate del ser humano como sujeto soberano y halló su ámbito privilegiado de realización en una práctica eficaz.
«NoemíÍ Fiorito de Labrune es sin lugar a dudas, una hija excepcional de ese tiempo intelectual, político e histórico. Nacida en Buenos Aires, estudió Filosofía en los años cincuenta en la UBA. Con una beca otorgada por el Instituto francés de Estudios Superiores para la Universidad de Paris en 1953, marchó a ese país a cursar estudios de doctorado culminados con la defensa de su tesis sobre “Existencia y objetivación en Bedideff, bajo la dirección de Jean Wald, obteniendo la máxima calificación y sumando a ello una tesis complementaria sobre “La noción de la ideología en Manheim” bajo la dirección de G. Gurvitich.
«En esos años completó su formación obteniendo certificado de Estudios Literarios Generales de la Universidad de Paris; de Estudios Superiores en Psicología del Niño y Pedagogía y con el Seminario de Psicología Evolutiva dirigido por Jean Piaget. La educación popular fue uno de sus intereses más destacados, eso la llevó a realizar pasantías en la Asociación “Education et via rurale” y en el Centre National de la Recherche Scientifique, dirigido por Joffre Dumazedier, ambos en Paris.
«Aquello de que “el hombre es responsable hasta de lo que no hace” con el que Jean Paul Sartre interpelaba a la filosofía occidental y al europeo encumbrado en la negación de los otros hombres, pareciera haber resonado como mandato en Noemí Labrune. Su vuelta a la Argentina en 1956 la llevó a dedicarse de lleno la extensión universitaria. Fue designada por el Departamento de Extensión de la UBA en la planta piloto de organización de la comunidad en la isla Maciel y fue Directora de esa área de la Universidad que recién comenzaba a funcionar. Cargo este último que obtuvo por concurso.
«Volcó la formación recibida en su trabajo en la Secretaría de Asistencia Social de la Municipalidad de Avellaneda, donde fue directora y organizadora de un centro de recuperación de niños con problemas de adaptación escolar y social. Estuvo a cargo del Seminario de Perfeccionamiento para docentes especiales y fue redactora del Proyecto de Reglamentación de la Secretaria de Asistencia Social.
«El golpe militar encabezado por Juan Carlos Onganía cambió su historia. La UBA había tenido su “primavera” entre 1956 y la noche del 29 de julio de 1966. La conocida “Noche de los bastones largos” clausuró una de las etapas más potentes de la ciencia y la actividad académica de la Argentina. Bajo el rectorado de Risieri Fronidizi, en 1957, se había gestado un campo científico e intelectual que propendía al desarrollo de la producción de conocimiento en beneficio del desarrollo nacional. Fue el momento en que nacían las carreras de Psicología y Sociología; se creaba el CONICET; se sumaba a la organización administrativa-académica de las Universidades el Área de Extensión para vincular la institución a los problemas de la sociedad y tomaba forma la editorial universitaria EUDEBA.
«La noche del 29 de julio fueron detenidas más de 150 personas por «atentado, resistencia, desobediencia directa a la autoridad, lesiones y daños». La versión oficial de los hechos negó cualquier mención a la represión policial y atribuyó las lesiones de los estudiantes a un misterio inexplicable. Tiempo después la investigación demostraría que el operativo llamado “Escarmiento” había sido dirigido por el jefe de la policía federal, el general Fonseca. Si bien este general nunca fue llamado a declarar, su presencia en las inmediaciones de la Facultad de Exactas fue probada en la causa penal a través de diferentes testimonios. Uno de ellos fue el de Noemí Labrune, quien afirmó haber visto a Fonseca, desplazándose dos o tres veces hacia la puerta de la facultad y dar órdenes.
«Tiempos de dictadura, represión y crisis social la trajeron al Alto Valle de Río Negro y Neuquén. Su actividad docente y de traductora del francés de obras como “La Filosofía del No” de Gastón Bachelard, “Marxismo y Ciencias Humanas” de Lucien Goldman y “El nacimiento del Anarquismo” de Pierre Ansart no le restaron tiempo ni compromiso para insertarse en la sociedad local desde el trabajo comunitario.
«Pero si algo impactaría de manera irreversible en su vida, sería el terrorismo estatal de la dictadura de 1976. Junto al obispo Jaime de Nevares y su esposo Christian Labrune fue fundadora de la Asamblea por los Derechos Humanos (APDH) de Río Negro y Neuquén en mayo de 1976. La APDH que entonces funcionaba en el obispado de la capital neuquina se convirtió en el ámbito de denuncias y contención de familiares de las victimas que comenzaban a gestarse en el marco de la represión instaurada. Es conocida la extensa trayectoria de la APDH en el reclamo frente a las autoridades militares regionales y nacionales en esos años. A Noemí Labrune y a Don Jaime se les debe, en gran medida, que las fuerzas armadas no hayan profundizado aún más su plan de muerte y exterminio en la región.
«En diciembre de 1977 en las páginas del diario La Nación se publicó una lista de nombres que exhibía el alcance de la desaparición de personas en la Argentina. Esto no fue producto de una investigación periodística sino del registro que desde fines de 1975 hacían los familiares de las víctimas. La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos a nivel nacional, fue la primera organización a la que las familias recurrían cuando todas las puertas de los cuarteles, las oficinas y las iglesias católicas se cerraban. En 1978, esas denuncias eran cuatro mil. “Por causa de esa lista el gobierno no pudo decir que no había desaparecidos”, diría años después Emilio Mignone. Esas nóminas, construidas por hombres y mujeres como Noemí Labrune, fueron el primer paso de un método: dejar escrito lo que ocurría en papeles capaces de comenzar el áspero camino que podía llevar a la justicia, acopiar los nombres propios y las circunstancias, hacerlos atravesar pasillos, mostradores, ventanillas, indiferencias, dejarlos tallados en la burocracia estatal, también en la más hostil, insistir hasta que algún funcionario judicial moviera el expediente de un cajón a otro y volver a empezar.
«En una entrevista le preguntaron ¿Recuerda Noemí la primera vez que fue a reclamar a la Brigada?, Sí, respondió, fue junio de 1976, tras un operativo en Cutral-Có. Ya estábamos organizados como APDH… ¿Cómo era el trato en las reuniones? continuó el periodista…” A José Luis Sexton , jefe de la Brigada de infantería VI, lo vimos poco. Era necesario que De Nevares pidiera la entrevista. Farías Barrera hablaba poco, sin un discurso coherente…Reinhold nos quería doblegar, con la pistola sobre el escritorio, negaba todo y nos decía: “¿cómo puede preguntar por ese subversivo?” junto a Farías Barrera amenazaba a los familiares y luego a los sobrevivientes con “Si hablan van a flotar en el lago Pellegrini” recordaría Noemí.
«A la APDH, y en particular para hablar con De Nevares, llegaba mucha gente que necesitaba contar por lo que estaba pasando. Uno de los servicios de la Asamblea, diría Noemí, era el de escuchar, para que pudieran elaborar lo sufrido. El segundo paso era lograr que escribieran y firmaran, y ese proceso duraba meses. En septiembre de 1979, para la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a la Argentina, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) –que había sido fundado ese mismo año por Noemí Labrune junto a Emilio Mignone, Augusto Conte, Boris Pasik, Alfredo Galetti y Carmen Lapacó – preparó un informe con 300 desapariciones en las que se podía identificar la responsabilidad estatal. Recuerda Noemí que “Mi primera reacción cuando seleccionaba las denuncias de APDH era ‘no, esto no es posible’”. La CIDH recibió más de 7.500 denuncias y poco tiempo después la Organización de Estados Americanos difundió su informe. La testarudez para poner en circulación en el país este documento puso a los integrantes del CELS en peligro. El gobierno militar había prohibido su publicación y destruido los ejemplares que le habían enviado. Mignone consiguió 500 ejemplares del llamado “Informe prohibido” y de manera artesanal se hicieron otros 1000. El 27 de febrero de 1981, la sede del CELS fue allanada y sus miembros detenidos y liberados luego, el 6 de marzo de ese año.
«El final de la dictadura fue el comienzo de la lucha contra la impunidad. Tiempo de la transición democrática, tiempo de avances y retrocesos en materia de revisión del pasado y decisiones contradictorias por parte de un gobierno que juzgaba a las cúpulas militares y al mismo tiempo promovía las leyes de obediencia debida y punto final. Tiempo también en que la escritura del libro Buscados de Noemí Labrune posibilitó poner en la agenda del Poder Judicial el nombre de los responsables, la fecha, las víctimas y los sucesos de lo acontecido en la región. Con la misma aspiración libertaria y de justicia en la que se había formado en su juventud, Noemí caminó el país buscando, recopilando, escuchando y escribiendo testimonios, dolores, pruebas, papeles y recuerdos como lo haría el gran Rodolfo Walsh, ese investigador meticuloso del terrorismo estatal. Si “Operación Masacre” fue el testimonio significativo de aquella experiencia fusiladora de un estado que comenzaba a mostrar su brazo clandestino y siniestro después del 55’, Buscados podría pensarse como la continuación de esa escritura testimonial capaz de dar cuenta de la masacre de 1976 en el Alto valle de Rio Negro y Neuquén.
«Sin lugar a dudas la posibilidad de que los responsables de los crímenes de lesa humanidad cometidos en esos años llegaran a ser juzgados en los tribunales bajo el estado de derecho, se debe al trabajo de Noemí Labrune. En su cabeza está el contenido de 13.000 fojas de las causas por los desaparecidos de Neuquén y Río Negro. Ella sabe los nombres de los familiares de las víctimas, las fechas de los acontecimientos, el nombre de los testigos, la dirección de los represores, el destino de los que se fugaron, todo almacenado, ordenado y procesado como ningún sistema de archivo judicial podría hacerlo.
«Inquisidora fatal para jueces, fiscales y abogados; trabajadora incansable en cuanta tarea de difusión y promoción de derechos sea necesaria en la lucha por la verdad y la Justicia. Y todo ello sin abandonar las causas del presente. Veedora de la Misión de la ONU en elecciones presidenciales Nicaragua entre febrero- marzo de 1990. Compañera permanente de los pueblos originarios en el reclamo de sus derechos. Militante frente a los atropellos y desastres causados por la megaminería. La prédica a favor de las luchas obreras y las fábricas recuperadas, la defensa irrestricta de la ley de protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes en Neuquén, la denuncia sobre la violencia institucional y las nuevas formas de ejecución, el reclamo de justicia por el maestro asesinado Carlos Fuentealba. La palabra y el cuerpo siempre presente en la denuncia de cada rastro de violación a la dignidad de las personas, han convertido a Noemí Labrune en una de esas imprescindibles, de las que hablara Bertolt Brecht.
«Noemí Fiorito de Labrune, es Noemí a secas. Un nombre que se ha escrito en la mejor página de la peor historia de esta región y en la memoria colectiva de la sociedad argentina. Una mujer pequeña que se vuelve enorme a los ojos de todos, en particular a los ojos de los responsables del genocidio, de sus defensores e incluso de sus publicistas. Pocos en la historia han logrado que su nombre sea suficiente para identificar una causa, una etapa, un sentido de la condición humana. Noemí Labrune es una de ellos.
«A la Universidad Nacional del Comahue, y a su Consejo Superior, le honra y le conmueve que ella con su eterno bajo perfil y con su hasta malhumorado gesto de “no pierdan tiempo en estas cosas”, nos haya permitido abrazarla y decirle en este otorgamiento del Doctorado Honoris Causa: GRACIAS. Pero no sólo gracias por la defensa irrestricta de los Derechos Humanos, de la Verdad y de la Justicia, sino también porque como hija de la universidad pública argentina nos ha prestado sus lentes azules para caminar, sin perdernos, el regreso al sentido ético-político de la producción de conocimiento y recuperar la función social de la Universidad Pública. Gracias Noemí, por mostrarnos el camino de regreso a casa».

 

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