A pesar de que ya empezaron a mostrarse esporádicamente, se espera que ingresen de manera masiva para reproducirse a finales de julio.
Desde hace años, ese espectáculo se convirtió en un imán para los turistas, que se fascinan con la llegada de los enormes cetáceos. Es por eso que se creó la temporada de avistaje embarcado, que permite disfrutarlas no sólo desde la costa, sino a través de paseos en botes semirrígidos que llevan al público mar adentro para observarlas de cerca. Este será el undécimo año en el que se desarrolle la actividad y, como siempre, se iniciará en agosto.
El aporte de la ciencia es clave, porque posibilita sumar datos acerca del comportamiento de estos animales que tanto simbolizan para la región. Por la época en la que entran al Golfo, los residentes ven en ellos la forma de quebrar la estacionalidad de un destino tan ligado al disfrute del sol y de la playa.
“Estamos muy contentos con el avance obtenido. En realidad, a partir de la identificación Nº 100 seguimos sumando ballenas, por lo cual ya logramos foto identificar el ejemplar Nº 114”, contó la bióloga marina Magdalena Arias, quien lidera la iniciativa y es becaria post doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). La bióloga, residente de Las Grutas, es la cara visible de un gran equipo de trabajo, que tiene el auspicio del Centro de Investigación Aplicada y Transferencia Tecnológica en Recursos Marinos “Almirante Storni” (Cimas), de la Escuela Superior de Ciencias Marinas de la Universidad del Comahue (UNCo) y de la Fundación Natural Félix de Azara.
¿Cómo se individualiza a los cetáceos que van ampliando el catálogo? Arias explicó que: “Todo parte de una fotografía de sus cabezas. Allí tienen callosidades que son distintas en cada animal. Luego, las imágenes se vuelcan en un software llamado ‘BigFish’, que es el que nos permite codificar el patrón de cada callosidad”, sumó la especialista. El software tiene su historia, ya que fue desarrollado para identificar ballenas francas en Australia por la investigadora Rebecca Pirzl y el Departamento Australiano del Sur para el Patrimonio y el Ambiente. Luego, tras un pedido de la bióloga grutense, fue cedido para construir el catálogo local.
Además, es clave capturar la imagen de las ballenas. En ese sentido, la científica destacó el rol de los colaboradores que las aportan. “Sebastián Leal, Nicolás Cetra, Candela Fernández, Franco Dorini y Agustín Baraschi son los que más contribuyen, pero la gente en general colabora mucho con nosotros, acercándonos capturas de sus avistajes” precisó. El equipo de trabajo se completa con las estudiantes avanzadas de la carrera de biología marina Agustina Blanca y Carla Marino, que se dedican con pasión a procesar las fotografías. A ellas se suma Analía Dalia desde la fundación Azara de Buenos Aires.
El próximo desafío es comparar el catálogo local con el que desde hace años lleva adelante Península Valdés, en Chubut. La idea es cruzar información y descubrir datos claves de estos cetáceos. “El catálogo de Chubut tiene nada más y nada menos que 30 años y lleva identificadas más de 4.000 ballenas. La comparación se hará en octubre (…). Ansiamos que, para ese primer cruzamiento de datos, el nuestro (catálogo) haya incorporado muchos más individuos de los que logramos identificar hasta hoy”, concluyó la bióloga.
En los próximos meses se realizará una nueva convocatoria para que los vecinos y turistas de Las Grutas puedan proponer nombres y bautizar a las ballenas que forman parte del catálogo de cetáceos del Golfo San Matías.
Para eso, se harán públicas las fotos de cada animal y se invitará a la gente a participar virtualmente de la actividad.
“Esto es algo que venimos pensando desde 2021. La idea es lanzarlo durante la próxima temporada de avisaje, que arrancará cerca de agosto”, agregó la bióloga Magdalena Arias, quien lidera la iniciativa que auspician el Centro de Investigación Aplicada y Transferencia Tecnológica en Recursos Marinos “Almirante Storni” (Cimas), la Escuela Superior de Ciencias Marinas de la Universidad de Comahue (UNCo) y la Fundación Natural Félix de Azara.
La bióloga Magdalena Arias, cargo de la iniciativa del catálogo de ballenas del Golfo San Matías, compartió algunos datos interesantes sobre la especie. Además, habló de las características que distinguen a las que visitan nuestra zona.
*En la mayoría de los lugares a los que llegan las ballenas francas hay catálogos que permiten llevar un registro de los animales que se avistan. Existen en Brasil, en Uruguay en Argentina. Luego del de Península Valdés (Chubut), que lleva registrados más de 4000 cetáceos, está el que se creó para el Golfo San Matías. En otros puntos del país como l Mar del Plata y Miramar, donde también están apareciendo algunas ballenas, recién están empezando a colectar datos.
*Las ballenas están repoblando las zonas que habitaron hace tiempo. Eso se debe a la recuperación de la especie, gracias a las medidas de conservación que prohibieron su caza. No obstante, aunque cada vez son más las que se avistan, se está lejos del número que históricamente tuvieron. Una investigación científica que se publicó en la revista “Nature” reveló que llegaron a 60.000 las ballenas en el Atlántico Sur. Actualmente el número más alto que contabilizaron fue de 5.000. Para Arias, eso muestra la magnitud de la cacería de la especie, que las dejó al borde la extinción.
*Al Golfo San Matías, a diferencia de los Golfos Nuevo y San José de Chubut, llegan muchos ejemplares solitarios o juveniles. Para ellas, el uso del área es más social, ya que asisten no sólo para la cópula sino para las prácticas previas a su madurez sexual. Se juntan en grupos que simulan copular, y practican para su adultez. Hay muy pocos partos, un máximo de cuatro por temporada, ya que las madres prefieren la Península Valdés. Es como si Chubut fuera una ‘guardería’ porque abundan los cetáceos que paren y crían a sus ballenatos en los primeros meses de vida.
*Existe un gran flujo de ballenas, ya que hasta ahora no se identificaron en el Golfo a los mismos animales durante dos años consecutivos. Dentro de la misma temporada, han avistado al mismo cetáceo en días sucesivos, o con diferencia de hasta 16 días, lo que da cuenta de la amplia tasa de recambio que tiene la especie.