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Jorge Sábato y su triángulo de desarrollo nacional

La obra del físico argentino fue uno de los temas abordados en la Semana de la Ciencia que se llevó a cabo en la UNCo. Armando Fernández Guillermet, postdoc en Física Metalúrgica y profesor emérito del Instituto Balseiro habló de la vida y obra del científico.

by Gerardo Bilardo

En el marco de la Semana de la Ciencia que se llevó a cabo del 17 al 24 de octubre en la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), Armando Fernández Guillermet disertó sobre la vida y obra de Jorge Sábato: “Aprender-haciendo” ciencia y tecnología para el desarrollo. La actividad se realizó en el Salón Azul de la Biblioteca central y fue organizada por la Facultad de Ingeniería.

En conversación con el programa «Cómo llegamos hasta acá» que se emite los miércoles a las 13.30 en la FM 103.7 Universidad-CALF, Fernández Guilermet caracterizó al físico y tecnólogo argentino y abordó, entre otros temas, el “Triángulo de Sábato”, un dispositivo de desarrollo nacional que, con el Estado como articulador, busca conectar la ciencia y la tecnología, la infraestructura necesaria para desarrollarla y el sector productivo.

Fernández Guillermet es Postdoc en Física Metalúrgica, título otorgado por The Royal Institute of Technology (Suecia). Es Profesor Emérito del Instituto Balseiro, miembro de la Fundación Bariloche y en la actualidad preside el Consejo Universitario Nacional de Ciencias Exactas y Naturales.

El disertante que vino a Neuquén a estas jornadas, comenzó con un encuadre acerca de quién fue Sábato: «Puedo intentar una muy brevísima caracterización de esta persona que fue un brillante intelectual público de la República Argentina, comprometido con causas nacionales a lo largo de toda su vida. La familia Sábato tiene su origen en la ciudad de Rojas, provincia de Buenos Aires, una zona muy favorable para las actividades agropecuarias. Allí, a comienzos de siglo, se instaló un calabrés analfabeto (como dicen las crónicas) que se llamaba Don Francesco Sábato, junto con su esposa, Doña Giovanna Ferrari. Esa familia abordó muchos oficios y finalmente tuvo una panadería y un molino harinero. De los 11 hijos que engendraron, sobrevivieron 8 y de esos, el primero era Vicente, que va a ser el padre de Jorge. Pero cuatro de ellos tuvieron una actividad destacada en la política y la cultura argentina: el Ing. Juan Sábato, que fue ministro de energía de Illia, Arturo, que estuvo en el gobierno de Frondizi, Lorenzo, que fue un cirujano y por supuesto, Ernesto, el escritor (que primero fue Dr. en Física). Lo notable es que esta familia logró que 4 de sus hijos tuvieran estudios universitarios. El padre de Jorge era el mayor, y se casó con una señora de origen irlandés, Brigida Condron, y que figura en los registros como maestra. De allí nacieron tres hijos, uno de ellos Jorge Sábato, que se quedó en Buenos Aires, fue maestro normal y luego profesor de Física.»

– ¿Cómo llega Sábato a escribir junto a Alberto Maiztegui los famosos manuales de Física?

– «Después de recibido de profesor, en el año 1947, Jorge se dedica a la docencia. En el año 1948 se asocia con el Dr. Alberto Pascual Maiztegui, que era un poquito más grande que él, porque se conocían del Instituto Joaquín V. González. Juntos y por inspiración de su tío Ernesto, que fue profesor en el mismo instituto y a la vuelta de su viaje a Europa los alentó, escribieron el Manual que se publicó por primera vez en ese año y fue un éxito extraordinario en toda América Latina; generaciones enteras estudiaron de ese texto.

Después hay un cambio en la vida de Jorge ya que encuentra trabajo en una Fundición de Cobre. Aunque él se reconoce un ignorante en la metalurgia, toma la decisión de aprender sobre el tema y en poco tiempo se transforma en un «metalurgista hecho a mano», como le gustaba definirse. Y ya en el año 1954, no sólo había desarrollado su tarea en esta empresa que fabricaba elementos de cobre, sino que es contratado por la Comisión Nacional del Energía Atómica (CNEA) para que organice el laboratorio de metalurgia. La CNEA quería comenzar a trabajar en la metalurgia del uranio, pensando en un programa nuclear que ya estaba planteado. Así, Jorge no sólo se transforma en metalurgista, sino que pasa a ser Director de investigaciones en Metalurgia de la CNEA.

Entonces durante el periodo que va desde comienzos del ’55 al ’68 Jorge dirige el Dpto. de metalurgia, realiza investigaciones y elabora el Triángulo, después de que el proyecto Atucha I se había concretado. Esto porque comienza a dedicar más tiempo a las reflexiones sobre la relación entre la ciencia, la tecnología y la sociedad.”

– ¿Qué es el Triángulo de Sábato?

– Es un dispositivo para pensar el desarrollo nacional, que era su gran preocupación. Para Sábato la ciencia y la tecnología iban siempre vinculadas a la cuestión del desarrollo integral del país. Entonces el triángulo es un esquema que propone que para poder insertar la ciencia y la tecnología en la trama misma del desarrollo se necesita que haya interacciones ágiles entre 3 elementos: el gobierno, esto quiere decir las políticas estatales, la estructura científico-tecnológica, que serían desde el sistema educativo universitario hasta los laboratorios y la estructura jurídica que regula todo eso, y, por último, la estructura productiva, ósea la producción de bienes y servicios. El mensaje clave es que si no hay flujos de comunicación entre esos tres vértices es muy difícil que se pueda avanzar en una innovación que conduzca al desarrollo de una nación.

– ¿Cómo ves el desarrollo actual de ese triángulo que proponía Sábato?

– A fines de los ’60, Jorge Sabato junto a Natalio R. Botana presentaron una conferencia en Bellagio, Italia, que se tituló “La ciencia y la tecnología en el desarrollo futuro de América Latina”, donde se presenta la idea del triángulo. Imagínate que después de esa conferencia la Argentina tuvo muchos cambios y algunas de las cosas que Jorge observaba en esa época, porque en sus escritos él realiza una crítica específica de alguno de estos vértices, han cambiado mucho. La estructura hoy es mucho más fuerte de lo que en esa época él veía, han crecido las instituciones y hay un fuerte incentivo de la investigación básica. Hay cambios auspiciosos pero la reflexión más importante quizás es que él sostenía que la política económica y la política tecnológica no pueden ir por caminos separados.

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